Un camino hacia la Paz

Esto es lo que podemos leer en el 2015,
en las paredes de la UNESCO, frente a la biblioteca:
«57 millones de niños en todo el mundo aún no están escolarizados.
250 millones de niños no aprenden los rudimentos, aún cuando están escolarizados»  

Con el retorno de las intolerancias, de las desigualdades de todo tipo, del desempleo generalizado, de los flujos migratorios a la desbandada, del racismo elemental causado por la ignorancia victoriosa, ¿no es urgente devolverle a la Educación su primacía elevando el nivel de su misión para hacer de ella «Un camino hacia la Paz»?

No tengo la pretensión de conocer todos los países. Pero entre 1965, fecha de mi primera misión en Argelia, y la última en 1990 en Cabo Verde, efectué 135 viajes a 77 países diferentes ; eso prueba hasta qué punto el acceso a la Educación era el centro de las preocupaciones tanto de los Estados como de la Organización Internacional a la que yo pertenecía.

La UNESCO me brindó el mundo y a Ella le debo el haber abierto los ojos a las diferencias, a las desigualdades, a las expectativas de los más desamparados, en una palabra : a los Otros. Y, particularmente, a los «Humildes». A los hombres que, extenuados por la dura labor, quieren aprender a leer para integrarse en su comunidad, salir de esa terrible exclusión llamada ignorancia; a las mujeres agobiadas de tareas inferiores, que reivindican su derecho al conocimiento; a los niños que preservarán su facilidad para aprender y su inagotable curiosidad.

Es una experiencia inolvidable la que debo transmitir en memoria a la inmensa esperanza que nos animaba de un mundo mejor en el que aún hay que creer, más que nunca, a pesar de que como nosotros, a veces haya cambiado cruelmente.

Dominique Roger

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